La última línea de un párrafo debe contener al menos cinco caracteres; aunque en ocasiones se aducen razones estéticas, de hecho obedece a razones de legibilidad: un grupo suelto de muy pocas letras no siempre se capta bien y puede ser pasado fácilmente por alto.
Además, si en el texto los párrafos tienen la primera línea sangrada, la última línea no debe ser inferior, para evitar un salto visual que puede desorientar al lector.
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